martes, 26 de marzo de 2013

El "Plan lector" de M. Fabius Quintilianus

         Actualmente, según viene establecido en la LOE, los centros educativos, tanto de enseñanza primaria como secundaria, ponen en práctica el llamado "plan lector": desde todos los departamentos se implica a maestros y profesores para desarrollar una especie de itinerario de varias lecturas obligatorias en sus materias, cuyas referencias vienen establecidas en sus programaciones anuales.
         Este hecho, que nos parece muy novedoso, no lo es en absoluto. M. Fabius Quintilianus, ya en el primer siglo de nuestra era, nos ofrecía una serie de recomendaciones bibliográficas para todo aquel que quisiera convertirse en un buen orador. El libro décimo de su Institución Oratoria, dedica su primer capítulo a presentarnos los mejores referentes en las letras griegas y latinas, de lectura prácticamente obligatoria, citados según el género en el que florecieron y por orden de importancia. Por supuesto Quintiliano confiesa que este orden lo ha establecido según su propio juicio, es decir, cargado de subjetividad; y, a su vez lo justifica argumentando que existen muchos otros autores y posiblemente también con muy buenos trabajos, pero él se limita a hacer una selección de unos pocos, pero procurando que sean los mejores: paucos (sunt enim eminentissimi) excerpere in animo est.

        He estado ojeando la edición latina comentada por Miguel Dolç publicada en el 1947 por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.  Nuestro autor reconoce que su tecnicismo retórico es árido y que la lectura de su libro puede resultar aburrida. En mi opinión es cierto que en algunos pasajes me he quedado algo atascada, en cuya situación me ha socorrido la edición traducida al español de los padres de las Escuelas Pías Ignacio Rodríguez y Pedro Sandier,  publicada por la Biblioteca Clásica, en 1916.
Ha sido una lectura bastante estimulante y provechosa, sobretodo por mi especial interés acerca de la opinión que le merecían a Quintiliano los autores romanos, a los que no sitúa con desventaja respecto a los autores griegos: ("...") En cambio, la historiografía (romana) no es inferior a la de los griegos. Y no vacilo en contraponer Salustio a Tucídides, y no lleve a mal Heródoto si es igualado a Livio.
 Sin lugar a dudas, su favorito, parece ser Cicerón, pues nombrarlo parece ser sinónimo de elocuencia misma: "... Cicero iam non hominis nomen sed eloquentiae habeatur"